Los clientes son cada vez más exigentes en sus necesidades, las cuales dependiendo obviamente del segmento se relacionan no sólo en menores precios y una mayor calidad, sino también por mencionar algunas otras, a una mayor frecuencia de innovaciones graduales o disruptivas, y también al aseguramiento de la sustentabilidad en la operación, tanto ambiental como social, lo cual ha ido ganando relevancia en los últimos años al punto de que en un futuro no muy lejano se volverá un requisito indispensable para competir en algunos mercados, con claros ejemplos de certificaciones y prácticas como Fair Traid y el UN Global Compact Management Model de la ONU.
Estas exigencias del mercado traen consigo retos en diferentes aspectos de la gestión del abastecimiento que la alta dirección de las organizaciones debe enfrentar mediante un modelo operativo correctamente adaptado a dichas exigencias. Todos los componentes que integran el modelo operativo deben ser considerados, entre los cuales resaltan principalmente:
No adaptar correctamente el modelo operativo de abastecimiento implicaría un gran riesgo para la cadena de suministro de la organización, ya que los otros bloques que la componen operarán de forma ineficiente. Por ejemplo, en las operaciones de manufactura habría falta de materias primas y componentes necesarios para la producción, lo cual retrasaría la entrega oportuna a cliente u otras unidades de negocio, o también problemas de calidad que implicarían devoluciones de productos con los costos asociados a esto, mientras que en las operaciones de logística habría que expeditar la entrega de producto terminado, lo cual significa un sobrecosto que pone en desventaja a la organización en comparación con competidores mejor preparados.
Obtención de ahorros importantes en categorías estratégicas de gasto y optimización de impuestos por importaciones.
Mayor eficiencia en la ejecución de procesos incrementando la productividad y reduciendo el costo de operación.
Mejores condiciones comerciales (ejemplo: días de crédito) con proveedores, lo cual beneficia el flujo de efectivo de la organización.
Mayor monitoreo y control del gasto, lo cual inhibe transacciones fuera del proceso regular de compras (maverick buying) que podrían desencadenar una gestión poco ética de los recursos (ejemplo: fraudes).
Mejor gestión de proveedores, lo cual implica una correcta selección, monitoreo y control de estos y promueve la correcta eliminación o mitigación de riesgos en la operación de la organización como el desabasto de suministros.
Mejor gestión de contratos, lo cual fomenta su correcto establecimiento y auditoría, evitando la pérdida de beneficios contractuales y la ocurrencia de problemas legales que podrían dañar la imagen de la organización.
Mayor interacción entre el área de abastecimiento, áreas internas de diseño y proveedores, lo cual permite el acceso a nuevas tecnologías y capacidades operativas que la organización puede capitalizar.