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Sabemos que las organizaciones están expuestas a diversos tipos de crisis que pueden amenazar desde los activos y la reputación hasta el valor mismo de la empresa.
Ante la incertidumbre provocada por el escenario actual se ha vuelto más relevante contar con un plan que permita agilizar los procesos para asumir la responsabilidad y manejar la situación que se presente.
Por ejemplo, a partir de la pandemia por COVID-19, algunas empresas comenzaron a incluir temas de ciberseguridad y privacidad de datos al momento de tomar decisiones de negocio. Otras quizá comenzaron su aprendizaje desde antes pues, según la encuesta Global Crisis 2019, elaborada por PwC, en México, 51% de las organizaciones declaró haber terminado en una mejor posición con respecto a la que tenía antes de enfrentar su última situación de crisis.
Las empresas deben tomar medidas para prevenir crímenes económicos y disputas que puedan impactar negativamente en sus finanzas y en su reputación.
Cuando sucede un incidente, se deben cubrir diferentes frentes rápidamente para evitar mayores daños y mitigar riesgos financieros, legales, operativos y reputacionales, entre otros.
Es importante voltear hacia atrás para analizar detenidamente las operaciones y procesos asociados a la crisis con el fin de aprender y crecer de cara al futuro.
La elaboración de un plan de crisis debe otorgar a la organización la definición de tres aspectos fundamentales: quién lo ejecutará, quién se asegurará de que sea transparente y quién asumirá los riesgos, mitigando sus efectos y respondiendo con un buen manejo de la situación.
Como sucede durante muchas crisis, los casos de fraude interno están aumentando debido a los efectos de COVID-19 en la economía.
Es posible que los controles de los procesos existentes no funcionen según lo diseñado debido al trabajo remoto, la distracción del empleador y la interrupción operativa o de la fuerza laboral. Además, las pruebas de control pueden suspenderse o retrasarse debido a interrupciones operativas y de la fuerza laboral. Como resultado, es posible que muchos procesos alternativos creados recientemente no estén controlados o no estén adecuadamente controlados.
Las empresas que cuentan con un programa dedicado al fraude gastan un 42% menos en esfuerzos de respuesta y un 17% menos en costos de remediación, según la encuesta global de PwC Economic Crime and Fraud Survey 2020.
Fermín González
Director de Fraude y Delitos Económicos/ Financial Crimes Unit, PwC México