Integrar agentes de inteligencia artificial (IA) y automatización de procesos en la función fiscal no es solo un proceso de modernización tecnológica; implica rediseñar diversos procesos operativos y, en algunos casos, sistemas para fortalecer el cumplimiento en un entorno de fiscalización hiperdigitalizado del Sistema de Administración Tributaria (SAT). Todo esto debe contemplar una gran diversidad de componentes, como el Comprobante Fiscal Digital por Internet (CFDI), información del Enterprise Resource Planning (ERP), Complemento de Pago, Carta Porte, Estados de Cuenta, Listas negras (69 y 69-B), entre otros, para poder garantizar una trazabilidad y evidencias auditables.
Para efectos de este análisis, un agente de IA se refiere a un componente de software que, apoyado por modelos de inteligencia artificial y reglas de negocio, ejecuta tareas específicas de la función fiscal (por ejemplo, conciliación entre CFDI y ERP, resumen de cambios normativos, armado de expedientes de materialidad) en entornos controlados, con accesos por rol, bitácoras y evidencias auditables.
En las secciones siguientes se detallan aplicaciones de agentes de IA para la función fiscal en México, alineadas con la fiscalización electrónica del SAT, que elevan la calidad de los datos y permiten anticipar impactos de BEPS 2.0.
La automatización, combinada con analítica avanzada, se consolida como un habilitador clave para elevar la calidad de los resultados fiscales y reducir riesgos asociados con incumplimientos o inexactitudes frente al SAT. Además de aumentar la eficacia, estos recursos permiten mayor consistencia en cálculos y mejores tiempos de respuesta ante revisiones.
Para mejorar su desempeño, es indispensable partir de datos confiables, validados dentro y fuera de la organización. La coherencia y calidad en la información inicial permiten que los sistemas automatizados con IA operen con precisión, eliminen duplicidades e inconsistencias y faciliten la trazabilidad y la defensa de posturas fiscales.
Uno de los principales beneficios de la automatización y las tecnologías asociadas es la centralización, validación y sistematización de la información que sustenta la toma de decisiones del área fiscal. Para avanzar, conviene trabajar en tres frentes:
Los mayores beneficios financieros y operativos en la integración de agentes de IA en la función fiscal en México, como elevar la eficacia, mejorar la calidad de decisiones y reducir riesgos de incumplimientos, pueden materializarse cuando el uso es continuo y está integrado al trabajo diario. Esto permite capturar valor en procesos como la verificación de CFDI, la atención de requerimientos del SAT y la conciliación entre CFDI y ERP.
Para acelerar esta curva de valor, se requiere una estrategia de adopción que ancle los agentes en los flujos de trabajo, mida avances y desarrolle capacidades del equipo. Con este enfoque, el director de impuestos puede liderar una transformación digital viable, con un impacto medible en cumplimiento y retorno de la inversión.
Un indicador temprano de avance es el uso consistente por parte del equipo. Esa constancia detona una “espiral positiva” donde el uso cotidiano revela nuevas aplicaciones, se comparten casos de éxito y crece la confianza, lo que amplía la adopción y el impacto en la operación.
Los programas de aprendizaje más eficientes combinan 10% de base teórica y un 90% de práctica aplicada con datos y procesos reales del área. Algunas sugerencias para la práctica:
Diseño de prompts y plantillas para tareas recurrentes: borradores de escritos y respuestas a requerimientos del SAT, resúmenes de cambios publicados en el DOF y en la RMF.
Operación de procesos automatizados de alto impacto: conciliación entre CFDI y ERP, controles para deducibilidad y acreditamiento del IVA, verificación de CFDI para confirmar que cumplan con los requisitos técnicos y fiscales vigentes, y complementos (Pago, Carta Porte, etc.).
Interacción con agentes internos especializados: por ejemplo, un agente de normatividad que monitorea cambios y genera alertas con citas; o un agente de materialidad que arma expedientes vinculando CFDI, contratos y pólizas.
Es recomendable que todo lo anterior se implemente en entornos corporativos seguros, con gobierno de datos, controles de acceso por rol, trazabilidad de actividades y políticas de uso de información para proteger la confidencialidad y cumplir con las obligaciones aplicables.
Mejorar la eficacia de la función fiscal para gestionar contingencias fiscales exige tres acciones coordinadas: 1) detectar antes; 2) documentar mejor y 3) corregir con mayor rapidez. Los agentes de IA no sustituyen el criterio profesional, lo amplifican y lo orientan hacia las áreas de mayor riesgo y valor en la función fiscal en México. A continuación, describimos algunas de estas áreas:
Algunas empresas podrían tener un sesgo operativo que les impide ver riesgos inherentes a su forma de operar. Un agente de IA, entrenado con precedentes legales y marcos internacionales (p.ej., Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas (ONU)), puede analizar descripciones operativas y banderear posibles contingencias que el equipo interno podría pasar por alto, como exposición a establecimiento permanente, tratamiento de intangibles o desalineaciones en políticas de precios de transferencia.
La manera en que se documentan las relaciones con clientes y proveedores (principalmente contratos) es una fuente de potencial riesgo. La revisión masiva de contratos mediante IA permite identificar cláusulas críticas con impacto tributario (objeto y sustancia económica, condiciones de prestación de servicios, criterios de materialidad, obligaciones de soporte y verificación), priorizar remediaciones y proponer ajustes de redacción.
Hoy en día, la autoridad fiscal solicita más pruebas para demostrar que las transacciones reportadas fueron reales y cuentan con sustancia. Un agente de IA puede localizar, clasificar y organizar evidencia dispersa en los sistemas de la empresa (órdenes de compra, contratos, entregables, pólizas, evidencia logística y comunicaciones) para integrar expedientes de materialidad vinculados a registros contables y pagos, listos para su revisión y defensa.
Para que estos casos de uso aporten valor y resistan al escrutinio, es conveniente operarlos bajo un gobierno de datos y controles de seguridad, como son accesos por rol, bitácoras de actividad, linaje de información y políticas de retención, de modo que cada hallazgo sea trazable y reproducible.
La incorporación de agentes de inteligencia artificial en la función fiscal libera capacidad que conviene reasignar de manera intencional para crear valor sostenible. A medida que las tareas técnicas se ejecutan con mayor rapidez, la dirección de impuestos puede enfocar ese tiempo en iniciativas que eleven el desempeño del área con control y trazabilidad, en el contexto operativo de México.
Una primera oportunidad para reinvertir este tiempo es profundizar la mejora operativa con las áreas del negocio. Con mejores datos y trazabilidad end-to-end, las áreas de finanzas, compras, ventas y operaciones pueden recibir retroalimentación accionable para corregir errores en origen, mejorar catálogos y políticas, y elevar la calidad de la documentación de soporte. Este ciclo de hallazgo, ajuste y verificación suele traducirse en:
Cierres más ágiles
Mejores indicadores de deducibilidad, acreditamiento de IVA, first-time-right de facturación y tiempos de recuperación de saldos a favor
Otra prioridad es destinar capacidad a evaluaciones periódicas de riesgos y oportunidades fiscales. Las eficiencias derivadas del uso de agentes de IA deben canalizarse a diversas actividades que contribuyan a la mejora de la operación y resultados del área fiscal y pueden incluir, entre otros, la detección preventiva de riesgos fiscales y planes de mitigación, la detección proactiva de deducciones e incentivos aplicables, la priorización de remediaciones hacia el pasado o en los procesos on-going, con métricas claras para dar seguimiento al valor capturado en cuanto a tiempos optimizados, contingencias atendidas y beneficios originados para la compañía.
Finalmente, resulta prioritario el desarrollo continuo de las capacidades del equipo. La reasignación del tiempo debe traducirse en formación práctica en analítica de datos, automatización, gobierno de datos e IA aplicada a la función fiscal, combinando microlearning, certificaciones y trabajo guiado en proyectos reales, con objetivos de adopción y medición de desempeño.
Para sostener estos beneficios, conviene establecer y dar seguimiento a indicadores de impacto, como pueden ser ahorros generados, flujo de efectivo mejorado, mitigación de riesgos cuantificables, horas liberadas, calidad de datos y mejoras en cumplimiento; todo ello, alineado con el retorno de la inversión.
La adopción de agentes de inteligencia artificial en la función fiscal requiere gestión activa y medición. Monitorear señales tempranas permite ajustar la estrategia oportunamente, evitar costos adicionales y acelerar el retorno de la inversión.
Usuarios activos semanales y mensuales y su proporción
Aumentar el periodo de uso de cuatro a 12 semanas para construir un hábito y fomentar la retención
Profundidad de uso por proceso (casos ejecutados por usuario, flujos automatizados completados)
Tiempo ahorrado por tarea y reducción de retrabajo
Tasa de éxito en los casos de uso (resultados útiles sin corrección)
Horas de capacitación práctica completadas y cobertura de adopción por equipo
Estas señales, medidas de forma consistente y operadas bajo gobierno de datos, controles de acceso y trazabilidad de actividades, ayudan a consolidar el uso de agentes de IA en la función fiscal y a traducirlo en mejoras sostenibles de eficiencia y control.
Con la fiscalización intensificada, los líderes de impuestos requieren proactividad para gestionar controversias fiscales. Tecnología y negociación son clave.
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