Empresas de Familia: claves para afrontar la crisis del Covid-19

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Wilson Herrera Robles

Socio Legal / Socio Unidad de Estrategia Familiar, PwC Colombia

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Para nadie es un secreto que las empresas de familia son la columna vertebral de nuestro entramado empresarial. En un país como el nuestro, los datos de Confecámaras anteriores a la pandemia nos indicaban que más del 86% de las sociedades colombianas se constituían como empresas familiares; otros datos de la misma época nos indicaban también que este tipo de organizaciones representaban cerca del 70% del PIB nacional y generaban alrededor del 65% de los empleos del país, cifras que nos dan una imagen muy certera sobre la importancia de las empresas de familia para la estabilidad económica del país.

A lo largo de la historia, las empresas de familia nos han demostrado una gran capacidad de adaptación a los cambios y de resistencia ante las crisis, principalmente, apalancados en algunas características que suelen ser comunes en este tipo de entidades, entre las cuales se destaca, por supuesto, la existencia de unos valores familiares sólidos que nutren toda la actividad empresarial y trascienden al propio negocio. Conceptos como la honestidad, la ética del trabajo, el respeto y el compromiso con la comunidad suelen ser habituales cuando se indaga sobre los valores de las empresas de familia con efectos palpables sobre la forma de hacer negocios y que generan una cultura empresarial y de relaciones humanas coherentes y responsables.

También se suele indicar que características tan típicas de las empresas de familia como los bajos niveles de apalancamiento, su capacidad para establecer lazos de comunicación efectiva, mantener una línea directa entre la propiedad y la dirección para la toma de decisiones, así como la posibilidad de redirigir recursos del patrimonio familiar para cubrir necesidades de la empresa, las dejan mejor posicionadas para afrontar una crisis como la que actualmente nos impacta.

En este contexto, quisiéramos detenernos en cuatro áreas que desde nuestra experiencia pueden resultar definitivas para las empresas de familia en un momento como el actual:

  • La definición de planes estratégicos, 
  • La toma de decisiones en cuanto a la sucesión,
  • Afrontar de manera decidida las presiones de la transformación digital,
  • La revisión de las estructuras de protección patrimonial.

Para referirnos a algunos de estos temas, nos parece interesante apoyarnos en la visión que ofrecía el último estudio global de PwC sobre empresas de familia, preparado mucho antes de que la pandemia formara parte de nuestra cotidianeidad.

En primer lugar, me referiré a la importancia de definir un plan estratégico claro, realista y realizable que marque el camino a seguir, pero con el suficiente nivel de flexibilidad que permita implementar ajustes a la velocidad que las circunstancias impongan. Llama la atención que, según los resultados de nuestro último estudio global, tan solo el 48% de las empresas colombianas participantes manifestó tener un plan estratégico formal y costeado, el 26% declaró tener un plan, aunque no formalizado, y el otro 26% admitió no tener un plan estratégico definido. La ausencia de un plan estratégico constituye una debilidad que puede poner en riesgo la estabilidad y la continuidad del negocio por lo que, en nuestra opinión, en estos momentos es necesario revisar la estrategia empresarial, de la mano con los elementos fundamentales que conforman los valores y legado de la empresa y la familia y trazar una línea de actuación clara para el futuro que transmita estabilidad y fortaleza a los empleados, clientes, proveedores y demás stakeholders.

En cuanto al segundo aspecto, para todos es sabido que en una empresa de familia, tomar decisiones oportunas sobre la sucesión tanto de la propiedad como del liderazgo familiar y empresarial es crítico para la continuidad de un negocio familiar exitoso y, ante una crisis de salud como la que afrontamos, se hace aún más evidente la necesidad de contar con planes de sucesión claros, conocidos y adecuadamente comunicados, especialmente, cuando el 60% de las empresas familiares colombianas admitieron, en nuestro último estudio global, no contar con un plan de este tipo. En el contexto actual, no saber qué pasará en el caso de una pérdida es un riesgo que obligará a las familias a tomar medidas urgentes para garantizar una transición ordenada en el liderazgo que prevenga afectaciones a la continuidad de la empresa. Adicionalmente, este momento nos ofrece también la oportunidad de dar mayor protagonismo a las nuevas generaciones y permitir que éstas asuman un papel más relevante en la compañía, por ejemplo, respecto de las decisiones en materia de transformación digital.

Precisamente respecto de este tema, vale la pena señalar que, según los datos de nuestro último estudio global, el 68% de las empresas familiares colombianas reconocían la adaptación a la transformación digital como un desafío que les obligaría a realizar inversiones significativas en el corto o mediano plazo, aunque un número significativo de estas mismas empresas (30%) reconocía no estar preparada para afrontar las necesidades de dicho reto de la mejor manera. Estos datos cobran especial relevancia, cuando la pandemia nos ha llevado a un escenario de virtualidad para el que no estábamos preparados, y que en muchos casos ha obligado a las empresas a acelerar sus decisiones de inversión en esta materia, ante el temor de quedar por fuera del mercado.

Finalmente, sobre la revisión de las estructuras de protección patrimonial, en nuestra opinión es también el momento para hacerlo especialmente considerando los cambios legales y tributarios que se están implementando en muchas de las jurisdicciones que tradicionalmente han sido utilizadas como refugio seguro para los excedentes de liquidez de muchas familias empresarias colombianas y que pudieran llevar a que algunas estructuras y estrategias de planeación queden rápidamente obsoletas o pierdan eficacia.

Ya para terminar, es claro para nosotros que en este entorno convulso, y ante un futuro incierto como el que nos presenta la pandemia, la capacidad de adaptación de las empresas de familia, la visión serena de sus líderes y el fortalecimiento de los valores y principios familiares resultan fundamentales para resistir las presiones externas y, en este contexto, la estabilidad en las relaciones entre empresa y familia son la clave que permitirá a estas empresas mirar al futuro de manera positiva.

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