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La empresa se encontraba ante un entorno altamente crítico, donde la infraestructura tecnológica (TI, por sus siglas en inglés) y la operativa (OT, por sus siglas en inglés) estaban expuestas no solo a ataques tradicionales, sino también a riesgos emergentes derivados del uso de modelos de inteligencia artificial. Ante este complejo panorama se sumaba la necesidad de medir el nivel de conciencia y preparación de su personal frente a la ingeniería social, una de las vías más comunes y efectivas para vulnerar sistemas.
En este contexto, el reto estratégico era claro: evaluar y medir los niveles de riesgo en estos tres frentes, detectando brechas que pudieran pasar desapercibidas en auditorías tradicionales y asegurando que la implementación de la IA no generará vulnerabilidades técnicas ni éticas.
PwC Colombia respondió con una estrategia robusta y detallada, articulada en torno a tres pilares fundamentales:
Para llevar a cabo esta compleja misión, PwC Colombia implementó workshops y sesiones ejecutivas con la alta dirección, donde se compartieron hallazgos y se tomaron decisiones con visión estratégica. Además, se acompañó a los equipos técnicos en planes de acción concretos, apoyados por simulaciones reales que replicaban escenarios de ataque.
El proyecto integró plataformas avanzadas de Ethical Hacking y PenTesting — entornos y herramientas diseñadas para identificar vulnerabilidades mediante la simulación controlada de ataques, permitiendo así evaluar la seguridad de sistemas y redes —, apoyadas en IA generativa, que permitieron evaluar la infraestructura híbrida, combinando sistemas tradicionales de TI con los más críticos sistemas operativos.
Paralelamente, se usaron modelos especializados de IA para análisis predictivo de riesgos y simulación de escenarios, permitiendo anticipar amenazas antes de que impactaran en la operación real. Además, se aplicaron frameworks de IA responsable, alineados con principios éticos y normativos, que aseguraron que el uso de IA en la compañía fuera seguro y confiable.
Por último, simuladores de ingeniería social midieron la vulnerabilidad humana, evidenciando el impacto real de ataques sofisticados de suplantación apoyados en IA.
El éxito de esta iniciativa fue posible gracias a la colaboración coordinada entre expertos de PwC Colombia, el equipo interno de Tecnología y Operaciones del cliente, y la auditoría general, que validó las prioridades y decisiones críticas durante todo el proceso.
Este trabajo conjunto permitió no solo detectar vulnerabilidades técnicas, sino también entender el comportamiento humano frente a amenazas emergentes, un aspecto fundamental que muchas organizaciones suelen pasar por alto.
La ejecución de las pruebas avanzadas de Ethical Hacking alcanzó el 100 %, entregando un diagnóstico preciso y detallado que sirvió para diseñar oportunidades de mejora a medida, incluso aquellas no detectadas por las herramientas comerciales que la empresa ya tenía implementadas.
Entre los hallazgos más reveladores, la simulación de ataques de suplantación con ayuda de la IA logró un éxito del 60 %, permitiendo extraer información sensible en más de la mitad de los intentos. Además, el tiempo promedio de respuesta de los colaboradores afectados fue de apenas 3 a 5 minutos, una señal clara de la necesidad de fortalecer la capacitación y los protocolos de reacción.
Gracias a este proceso, el cliente incrementó significativamente su confianza en los controles internos y en los procesos que sustentan sus auditorías, estableciendo una base sólida para enfrentar futuras amenazas con mayor seguridad y responsabilidad.
Este caso demuestra cómo un enfoque integral permite que, al combinar pruebas avanzadas con IA y validación de controles, la empresa no solo detecte vulnerabilidades técnicas, sino también humanas, relacionadas con la concientización frente a la ingeniería social. Esto reduce significativamente la probabilidad de incidentes que podrían afectar la continuidad operativa en un sector donde la disponibilidad es crítica.
Por otro lado, incorporar IA en los procesos internos sin comprometer la seguridad ni la ética se convierte en un diferenciador estratégico. Así, la innovación tecnológica deja de ser un vector de riesgo para ser una herramienta segura y responsable.
Finalmente, la sensibilización del personal frente a amenazas sofisticadas genera un cambio cultural que trasciende la tecnología misma: convierte la ciberseguridad en una responsabilidad compartida que fortalece la organización en todos sus niveles.
Este caso confirma que la ciberseguridad moderna no se limita a instalar herramientas, sino que implica una evaluación integral, pruebas especializadas y una gestión ética de las tecnologías emergentes. Y lo más importante: replicar este modelo en otros sectores es completamente posible, siempre y cuando se adapten las pruebas al contexto regulatorio, la criticidad del servicio y el nivel de madurez digital de cada organización.
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