Pequeñas variaciones en su valor impactan directamente en la competitividad de las empresas y, por ende, en la generación de riqueza (Producto Interno Bruto) a nivel nacional. En México, como en la mayoría de los países, la tarifa eléctrica se compone de costos variables (e.g. combustibles fósiles) y costos fijos (e.g. amortización de la inversión en líneas de transmisión). La tarifa también reconoce otros costos en los cuales las empresas eléctricas deben de incurrir para la realización de mismo (e.g. personal).
La segunda edición de la Encuesta sobre Suministro Eléctrico compara la situación actual con la que se percibía hace un año. En esta ocasión, se ha encuestado a más de 100 empresas de diferentes sectores, 15 suministradores calificados y 10 empresas dedicadas a la Generación Solar Distribuida (GSD).
El incremento en los costos de la electricidad en el último año ha elevado el interés de las empresas en buscar nuevas alternativas de suministro.
Los Usuarios Calificados (UC), es decir, aquellos con una demanda superior a 1 megavatio (MW), pueden acceder al mercado liberalizado para su suministro de energía eléctrica.
El objetivo de este mercado es suministrar energía eléctrica a los clientes bajo un esquema no regulado, incentivando la competencia y la mejora continua en los precios y condiciones. En el último año, se ha observado un crecimiento en el número de empresas que busca competir en este mercado.
Para los suministradores existen tres principales retos en el 2019.
El costo integral de suministro eléctrico va más allá del cargo por energía; al contrario, este incluye los gastos en los que incurre el suministrador, por cada una de las actividades que conforman la cadena de valor del sector.
Es importante identificar cuáles elementos del costo son comunes entre todas las ofertas y en cuáles cada suministrador busca diferenciarse y ofrecer esquemas de ahorro al usuario final.