La Inteligencia Artificial como motor de la economía circular en las organizaciones

En un mundo donde la sostenibilidad se ha convertido en una prioridad, las organizaciones —tanto públicas como privadas— están adoptando iniciativas que van desde campañas de reforestación y recolección de residuos en playas, hasta la instalación de paneles solares en edificios corporativos y la implementación de procesos para reducir emisiones de carbono. Estas acciones, aunque impulsadas por la voluntad humana de proteger el medio ambiente, requieren cada vez más el apoyo de políticas inteligentes, procesos eficientes y tecnologías emergentes que garanticen resultados duraderos. 

Ante este panorama, la Inteligencia Artificial (IA) se posiciona como un catalizador clave para acelerar la transición hacia modelos de economía circular. Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos, optimizar recursos y automatizar decisiones permite que las iniciativas sostenibles sean más estratégicas, ágiles y escalables. La integración de la IA en los esfuerzos ambientales no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también abre nuevas posibilidades para innovar en la forma en que las organizaciones contribuyen a la preservación del planeta.

Dentro del contexto anterior, la IA se está convirtiendo en una aliada poderosa para ayudarnos a avanzar hacia un futuro más sostenible. Sus aplicaciones están marcando la diferencia en muchos ámbitos de la sociedad, incluyendo los esfuerzos relacionados con los tres pilares fundamentales de la sostenibilidad: el medio ambiente, lo social y la buena gestión de los procesos organizacionales, conocidos estos como criterios ASG (Ambiental, Social y de Gobernanza), o ESG por sus siglas en inglés (Environmental, Social and Governance).

La IA puede impulsar modelos desde la economía verde (considerando objetivos de desarrollo sostenible como reducir la pobreza y la desigualdad, y en el tiempo en que se reforestan espacios públicos o se conserva la biodiversidad), la educación ambiental (diseñar mallas curriculares que preparen a estudiantes de secundaria o universidad en tópicos como energía renovable o agricultura orgánica) o la economía circular. Este enfoque se fundamenta en el principio de las llamadas “tres erres”, buscando reducir, reutilizar y reciclar recursos en vez de seguir el modelo tradicional de usar y desechar. 

Sin embargo, la ruta de la IA involucra al menos tres tipos de capacidades a desarrollar: 

  • Tecnológica —¿qué sistemas o dispositivos de nueva generación se utilizarán? 

  • Organizativa —¿cómo deben reformularse los procesos y las políticas?  

  • Humana —¿quiénes son las personas cuyas habilidades y formas de pensar serán transformadas? 

Construir realidades sobre la base de la IA puede ser muy rentable, en especial cuando las organizaciones tienen dentro de sus metas claves la creación de nuevos productos que sean más competitivos en el mercado y que se logre un mejor aprovechamiento de los recursos y la cadena de suministros, todo ello en función de establecer modelos de negocio más sostenibles y, al mismo tiempo, liberar el potencial tanto de su fuerza laboral como de sus habilitadores actuales.

La IA tiene la capacidad de ser una “palanca aceleradora” que impulsa la innovación tecnológica y abre oportunidades para construir un futuro más verde, justo y eficiente. Puede, por ejemplo, reducir los tiempos de manufactura mediante la definición de planes de trabajo más costo-efectivos; identificar cuadros clínicos de pacientes con alta probabilidad de desarrollar enfermedades graves que requieren un abordaje preventivo oportuno; o mejorar el diseño de productos y campañas de mercadeo para que respondan más ampliamente a las preferencias y aspiraciones de los consumidores, considerando una gama más amplia de aspectos psicológicos, sociales y comunitarios. Las posibilidades son virtualmente ilimitadas.

Esta tecnología también es una facilitadora del cumplimiento regulatorio, disminuyendo el tiempo invertido en la preparación de los análisis sobre el cierre de brechas en indicadores de sostenibilidad empresarial e integrando una cantidad más amplia de insumos críticos para generar informes periódicos y la eventual toma de decisiones al más alto nivel. Es previsible que, en los siguientes 2 o 4 años los reportes de sostenibilidad sean parte de las conversaciones cotidianas dentro de las reuniones de junta directiva y equipos de alta gerencia debido a las presiones crecientes con base en las Normas Internacionales de Información Financiera enfocadas en Sostenibilidad (S1 y S2), la norma ISO 14001 o las Directivas Corporativas de Reportes de Sostenibilidad de Europa (CSRD por sus siglas en inglés). 

Hablar de sostenibilidad ya no se hará solamente porque es tendencia o está de moda, sino porque hay disposiciones legales internacionales o locales que obligarán de manera más tajante a las empresas a divulgar con transparencia, precisión y datos comprobables si sus operaciones protegen al ambiente o, por el contrario, lo perjudican. La IA puede ayudar a que la elaboración de un reporte de sostenibilidad sea un proceso al que se le destine menor tiempo, mientras que las personas se ocupan de lo importante: definir estrategias para operar de manera más sostenible y llevarlas a cabo.

Así pues, la IA al servicio de la sostenibilidad y los pilares ASG es una invitación a reducir las barreras que actualmente siguen concentrando los esfuerzos del personal —a diferentes niveles jerárquicos de las empresas— en labores operativas que agregan poco valor para el crecimiento financiero, y en lugar de ello enfocarse más en labores estratégicas que permitan definir iniciativas que incrementen la conexión humana con los intereses reales de los profesionales, ejecutar planes que en forma tangible beneficien la conservación de la biósfera o avanzar en programas de transformación comunitaria que aseguren un impacto de responsabilidad social en los entornos en los cuales tienen presencia las organizaciones.

Es fundamental entender la velocidad de las transformaciones vertiginosas de los tiempos actuales, con el fin de avanzar de manera constructiva hacia fomentar “cambios por convicción” en lugar de “cambios por obligación”. Mientras que los “cambios por convicción” son elegidos proactivamente por las personas con base en el hecho de comprender el valor tanto individual como colectivo de aprovechar la tecnología —específicamente la IA— para favorecer comportamientos sostenibles en el trabajo, el hogar o las comunidades; por otra parte, hay que reconocer que, en ocasiones, las personas se movilizan de manera reactiva por la fuerza irremediable de un cambio climático drástico, siendo que sus vidas pueden correr peligro. 

Este segundo escenario también se puede evitar si se aprovechan las palancas que ofrece la IA, para que la resistencia a los recursos tecnológicos de nueva generación permee la vida ciudadana y laboral en forma edificante, pero también muy amigable, fácil de usar y con la posibilidad de obtener beneficios en corto tiempo. Todas estas características ayudan a vencer las resistencias sobre la adopción de la IA en la vida cotidiana.

En definitiva, la Inteligencia Artificial representa una aliada poderosa para acelerar la adopción de modelos de economía circular y fomentar comportamientos sostenibles dentro de las organizaciones. Su verdadero potencial se libera cuando se aplica con conocimiento especializado, visión a largo plazo y bajo parámetros éticos que garanticen su integración responsable en las distintas áreas operativas.  

Aunque muchas de sus capacidades aún parecen inimaginables, es precisamente hoy cuando se deben sentar las bases para que esas posibilidades se conviertan en realidades cotidianas. La responsabilidad de construir un futuro más equilibrado y eco-amigable recae en las decisiones que tomamos hoy. 

Se trata de un futuro donde la tecnología no solo facilite las tareas, sino que también enriquezca la calidad de vida, en armonía con el entorno y en sinergia con el ser humano. Apostar por la IA como motor de transformación sostenible no es una opción, es una necesidad urgente para garantizar la subsistencia inteligente y resiliente de las organizaciones, así como del planeta.

Por Catalina Flores, RAS Senior Manager, y Miguel Flores, Senior Associate, en PwC Costa Rica | Septiembre 2025

Contáctanos

Bismark Rodríguez

Socio Líder Regional de Consultoría, PwC Interaméricas

Email

William Menjivar

Socio de Auditoría y Líder Regional de Sostenibilidad y Cambio Climático, PwC Interaméricas

Email

Susana Pino

Socia Líder Regional de Risk Assurance Services (RAS), PwC Interaméricas

Email

Contáctanos

Perspectivas

PwC, PwC Interaméricas

Síguenos